La obra




Sobre la obra


Esta obra de Griffero se configura desde los fragmentos de un cerebro. Las acciones se suceden linealmente pero acceden de inmediato  a una simultaneidad escénica donde las situaciones se interconectan por su lectura espacial, a través de los códigos de la narrativa visual (cuerpos, objetos, proyecciones). Estos textos, de alta intensidad poética  se visualizan desde la perspectiva del arqueólogo, es decir, detrás de las ideas, de estas irrupciones conceptuales, subyacen ciudades, templos a desentrañar. A la manera de una  instalación escénica, estos textos se arman y desvanecen, produciendo una sensación de laberinto mental donde ideas, sueños, deseos se interrelacionan con un mundo de imágenes plásticas y conceptuales, o puntos de realidad que van entregando una percepción paralela a aquella de la acción verbal que se describe.
En este sentido, la propuesta escénica espacial dará cuenta de un espacio único, delimitado donde los personajes se instalan de principio a fin del espectáculo –sin entradas ni salidas- y adoptan diferentes posiciones y dinámicas de acuerdo con las situaciones dramáticas de la obra. Así, a la manera de un museo cerebral, los espectadores asisten a la presentación/representación de las fantasías y deseos inherentes a la propia condición humana.
Los fragmentos de deseos, de fantasías –que son las de toda la humanidad-, los encuentros y desencuentros de cada individuo a lo largo de su vida, se presentan dirigidos, sin intermediarios, a los espectadores/asistentes al “museo interno”.

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